Francesc Viadel. Autor de 'No mos fareu catalans'. El ensayo repasa como el 'blaverismo' ha sido la divisa de la derecha valenciana
En la reedición ampliada a cargo de Publicacions de la Universitat de València, el periodista valenciano retrata un movimiento que tomó el nombre de la incorporación de la franja azul de la bandera municipal de Valencia a la
¿Qué es el blaverismo?
Nace en la Transición, como instrumento de la derecha y reacción contra el valencianismo democrático y la izquierda. Es xenófobo, antiintelectual, nacionalista español y, en su inicio, vinculado a la cosmovisión franquista. En la Transición prendió rápido por incultura y desconocimiento de la lengua catalana común.
¿Tuvieron que ver las renuncias de la izquierda con la senyera, el nombre País Valenciano o la defensa de la unidad de la lengua?
El PSOE veía en el valencianismo un problema para conseguir el poder en el País Valenciano y el socialismo local se acobardó. Nadie esperaba algo tan tremendo. La propuesta lingüística progresista de avanzar desde una visión no regionalista choca con la apelación emotiva y de frase corta conservadora. Los blaveros apelan en castellano a salvar el valenciano. Demonizaron lo natural: la relación entre Catalunya y el País Valenciano.
Pasa la Transición, se consolida la democracia y el blaverismo. ¿El actual Estatut, que habla de "idioma valenciano", es el punto de llegada?
En los 70 se cerró mal y ahora se pagan las consecuencias. Había la idea de que el tiempo, la educación y la estabilidad, haría madurar todo y que la negación de la unidad de la lengua moriría por inanición. Pero la derecha cayó en lo rentable del anticatalanismo.
La opinión de los filólogos es abrumadora en el sentido que catalán y valenciano son dos nombres para la misma lengua. Pero el blaverismo también buscó carcasa intelectual. ¿Quién era Bernard Weiss?
La diferencia intelectual entre un movimiento y otro es abismal. Necesitaban intelectuales y los inventaban. Weiss nunca existió. Decían que era un profesor de la Universidad de Munich. Sus tesis y textos aparecían en la prensa, se le esperaba en congresos Un despropósito igual que la colección de monedas mozárabes en valenciano. Una de las cosas que causa más tristeza es el eco a la manipulación sin fundamento.
Dos personajes fueron clave, el ex líder de Unió Valenciana González Lizondo y la exdirectora de Las Provincias María Consuelo Reyna. ¿Ahora lo lidera Francisco Camps.
El anticatalanismo vale a Camps para ganar votos y para ello hace falta enemigo externo. Si el PSOE se opone a la Fórmula 1, el PP lo resume a que apoya la Fórmula 1 en Catalunya. Lo mismo pasa con el trasvase del Ebro. Como hicieron los nazis, crean una distancia exagerada entre el valenciano bueno y el malo. A finales de noviembre se convocó una manifestación vía Facebook contra la corrupción. Fue un éxito ¡y el PP apeló al catalanismo!
Hubo violencia contra intelectuales como Joan Fuster o Manuel Sanchis Guarner en la Transición y ahora contra partidos. ¿Hay impunidad?
La crispación impide debates serenos. ¿Qué habría pasado si en la Transición el País Valenciano hubiera seguido la vía catalana? Se impidió y a los poderes del Estado les fue bien que nos sumásemos a Catalunya y Euskadi cuestionando la visión uniforme de España. Los atentados aún duran y las detenciones son anecdóticas. La sociedad valenciana es pasiva.
En su libro se fija en la Iglesia. ¿Qué papel tuvo?
Fue muy castellanizada. Llegó al franquismo con un clero culturalmente pobre y en los 70 tienen la sensación que valencianismo es marxismo. Cuando se consiguen misas en valenciano los blaveros entran en templos de Valencia para boicotearlas. Los aperturistas se replegaron.
¿Hasta qué punto el blaverismo tiene que ver con el retroceso del uso social del valenciano?
Mucho. Su objetivo era frenarlo y lo ha hecho. Ha producido mucho cansancio con el tema y hecho que la lengua no sea vehículo de cultura y cohesión sino un problema. Hay un deterioro del clima democrático y el PP agita siempre el anticatalanismo. Fomenta relaciones económicas pero machaca las culturales. Se ve Al Jazeera mientras se persigue a TV3.